El blog de una casa muy especial... en el corazón de la calle más famosa de Madrid

martes, 24 de junio de 2014

La Red de San Luis

La calle de Fuencarral siempre ha comenzado en la Red de San Luis. Bien es cierto que hasta que no se acometió la construcción de la Gran Vía, a comienzos del pasado siglo, el aspecto de esta encrucijada de caminos en nada se parecía al actual, pero la Red de San Luis existe desde tiempo inmemorial.
Ya aparece en el plano de Texeira, de 1656, pero, desde luego, es mucho más antigua.


Fuente de los Galápagos. A la derecha, la casa de Astrearena
Al fondo, el comienzo de la calle de Fuencarral
Al final de la cuesta de Montera, que, como todos sabemos, nace en la Puerta del Sol, la calle se ensancha creando una plaza con forma de  trapecio alargado que se llamó popularmente de esta manera por un doble motivo.
"Red", porque es el punto de confluencia de seis calles (Montera, Jardines, Caballero de Gracia, Hortaleza, Fuencarral y Jacometrezo) y "de San Luis", por su cercanía a la iglesia de San Luis Obispo (desaparecida tras su incendio y destrucción, acaecidos en marzo de 1936) pero cuya portada barroca se conserva en la fachada de la vecina iglesia del Carmen que da a la calle de la Salud.

Aunque parece indiscutible que fue el nombre de este templo de la calle de la Montera el que dio nombre a la Red de San Luis, no es menos cierto que otra iglesia, dedicada a un San Luis diferente, se encontraba, también, muy próxima. Me refiero a la de San Luis de los Franceses, que permaneció en la calle Tres Cruces hasta 1972.

En un tiempo, hubo aquí una puerta en la cerca que bordeaba Madrid y, hasta el siglo XIX este espacio abierto, confluencia de varias calles y una de las salidas del viejo Madrid hacia el norte, estuvo ocupado por diferentes y sucesivos mercados, casi todos de comestibles.


Entre 1832 y 1868, la fuente de los Galápagos (hoy en el parque del Retiro) decoró la parte más ancha de la plazuela, justo frente a la famosa casa de Astrearena, construida por don Pedro de Astrearena, Marqués de Murillo, de la que los madrileños decían que tenía mucha fachada y poca vivienda, pues, al parecer, el interior de la misma no era tan amplio como aparentaban sus tres grandes fachadas (Fuencarral, Red de San Luis y Hortaleza). Su portal era el primero de la acera de los pares de la calle de Fuencarral, el número 2.

Portada barroca de San Luis Obispo
En ella vivió la esposa de Simón Bolívar, María Teresa Rodríguez del Toro.


Ya en plena construcción de la Gran Vía, en 1919, se inaugura la estación de la línea 1 del Metro que llevó (y sigue llevando hoy, tras los muchos años en los que cambió su denominación por "José Antonio") este nombre (pese a haber sido proyectada con el de "Red de San Luis") y, con ella, el famoso templete de Antonio Palacios que, realizado en granito y con una airosa marquesina de hierro y cristal, serviría para proteger y decorar los dos ascensores y las necesarias escaleras. 

Por entonces ya estaba casi terminado el primer tramo de la Gran Vía, aunque aún faltaban por edificarse muchos edificios, entre ellos el de la Telefónica.





El templete de de Antonio Palacios
Con la demolición de la casa de Astrearena y otras colindantes, como la del Marqués de Villena, en Fuencarral 4 (en la que residió Antonio Cánovas del Castillo), se abrió un amplísimo espacio, tras las desapariciones de algunas calles (como las de Jacometrezo y San Miguel), dando paso a la muy ancha y señorial avenida principal que se convertiría en el nuevo comienzo de las calles de Fuencarral y Hortaleza, las cuales, vieron así modificada su numeración (por ejemplo, el actual 39 era, originalmente, el 51). Algunos de los antiguos números (cada vez van quedando menos) todavía pueden verse en portales y fachadas.


El la Red de San Luis abrieron sus puertas varios comercios de gran renombre, destacando entre ellos dos joyerías: Aleixandre (en el local que ahora ocupa McDonald's) y Luis Sanz. Ambas fueron muy lujosas y elegantes, una a cada lado del templete de Palacios. 

Cerrando el lado norte del renovado espacio urbano, estaba la casa de don Jesús Murga que pronto quedó flanqueada por el fantástico edificio (obra de Luis y Joaquín Sainz de los Terreros) del Círculo de la Unión Mercantil e Industrial (muy vinculado a la historia de Fuencarral 39 por diversos motivos) y por el gran rascacielos de la Telefónica. La casa de don Jesús Murga fue, en su momento, la más alta de Madrid. Hoy sigue separando el comienzo de las calles de Fuencarral y Hortaleza, pero ya no conserva sus dos características y esbeltas torrecillas laterales. Una pena más a sumar a los múltiples desaguisados perpetrados en la Gran Vía.


Desmontaje de la torre de telefonía
Unos cuantos metros detrás del templete se levantaba una de las muchas torres metálicas de telefonía que habían crecido por Madrid al comienzo del siglo XX y que desaparecería, como las demás, con la puesta en marcha de la nueva Telefónica, levantada sobre el solar que estaba, en principio, destinado a los "Grandes Almacenes Victoria". 

El gran edificio de la Compañía Telefónica Nacional de España fue proyectado y ejecutado por Ignacio de Cárdenas, tras dimitir Juan Moya, a quien el Duque de Alba, uno de los principales promotores de su construcción, en su calidad de presidente de la Standard Eléctrica, una filial de I.T.T., había asignado su diseño y construcción.


En 1972 fue desmontado el templete del Metro y trasladado a Porriño, localidad natal de Antonio Palacios, donde se conserva junto a un parque, aunque despojado de su marquesina (cuyo destino actual desconocemos).


La Red de San Luis, en los años 70
Poco después, se instaló en su lugar la fuente popularmente conocida como de los cisnes, por estar decorada con unas aves metálicas que movían sus alas. La fuente era de Manuel Herrero Palacios y las esculturas móviles de Gerardo Martín Gallego.
Desparecidos los primitivos tranvías muchos años antes, los autobuses (el 3, el 4 y el 7) seguían utilizando la red de San Luis para girar, tras haber descendido por Fuencarral y comenzar, de nuevo, su trayecto subiendo ahora por la calle de Hortaleza, los dos primeros en dirección a la piscina del Canal y el tercero hacia el Ramiro. Por cierto, la línea 7 fue una de las últimas en Madrid en utilizar autobuses de dos pisos, por supuesto, mis preferidos.



Fotomontaje de la reforma prometida, que nunca llegó
Cuando en 2009, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, anunció una nueva reforma para la Red de San Luis, convirtiendo en peatonal el eje Fuencarral-Montera-Sol, presentó a los madrileños un proyecto en el que desaparecía la fuente y se recuperaba el templete. No iba a ser, según nos dijeron, el original, pero sí una réplica con la que la Red de San Luis volvería a tener una fisonomía muy similar a la que habíamos conocido muchos madrileños, si bien en un entorno peatonal y modernizado, con una Gran Vía revitalizada, que ya era, de nuevo, esa arteria animada y comercial que impulsase otro alcalde, el Conde de Peñalver, un siglo antes.

Sin embargo, el templete no se colocó, con la consiguiente decepción de una buena parte de quienes opinamos que el carácter de este histórico e importantísimo enclave de la ciudad de Madrid se ve mermado con su ausencia.

Hoy, la Red de San Luis es una singular encrucijada, en la que dos ríos, uno humano y otro motorizado, se cruzan permanentemente, inundando de vida un enclave histórico de la capital de España.

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