Arturo Pardos Batiste, Duque de Gastronia |
Arturo (yo me permito tratar con esta confianza al señor Duque), ha sido uno de los grandes personajes de la calle de Fuencarral. Y utilizo este tiempo verbal porque hace ya algún tiempo que decidió alejarse de la Villa y Corte para disfrutar de una vida más reposada en las Casas de Alcabón, el histórico pueblo toledano de la comarca de Torrijos, fundado por los árabes y destruido por los franceses (algo que, sin duda, Arturo está restaurando con su noble presencia).
Paleta Agromán 1966 |
Arturo Pardos Batiste es hombre insigne, de notable personalidad y está absolutamente vinculado a la calle de Fuencarral, en cuyo número 41 (en el cuarto piso, para más señas) tuvo su estudio, en el que impartió, con extraordinario éxito, sus clases magistrales de análisis de formas, la asignatura más complicada de aprobar en el primer curso de la carrera de arquitectura.
Yo fui uno de sus alumnos y no solo aprobé la asignatura gracias a él, sino que aprendí mucho más bajo su tutela, ya que Arturo ya demostraba en aquellos tiempos ser mucho más que maestro de futuros arquitectos. Era (y es) un erudito, filósofo y artista, del más puro academicismo revolucionario-platónico y de una actitud enciclopédico-renacentista, equidistante entre Voltaire y Leonardo.
Retrato de Ammenophis IV y Nefertiti |
A lo largo de su fructífera vida, ha conseguido ser siempre fiel a sí mismo y, pese a ello (lo que no resulta nada sencillo para quien lo intente), destacar en múltiples campos.
Arturo es un gran artista, pintor y dibujante, así como, también, un extraordinario y fino humorista (La Codorniz, Paleta Agromán 1966, etc.), poseedor de un estilo culto, crítico y refinado.
Gastrónomo, escritor, políglota, poeta, afrancesado (en el buen sentido de la palabra), enólogo avezado, adelantado de la nueva restauración y, sobre todo, un gran filósofo.
Carta de Arturo a mi padre (detalle) |
De su academia-estudio de la gran calle de Fuencarral yo guardo (aparte de extraordinarios recuerdos e importantes aprendizajes) algunos documentos históricos que hoy ya casi nadie conserva, tales como cartas por él firmadas o recibos autógrafos que nos recuerdan que el precio mensual de sus clases era de mil pesetas a finales de los años sesenta.
Sin embargo hay dos que me gustaría conseguir y no tengo. Uno de ellos es el original de la ilustración con la que gané el premio que Arturo convocó en la Navidad de 1968 (un gouache con reminiscencias de Klee) y el otro una copia de la que considero su mejor viñeta humorística (para mí aún mejor que la que resultó ganadora de la Paleta Agromán en 1966), en la que un pintor recrea en su lienzo una sencilla margarita silvestre, convirtiéndola en una abrumadora obra churrigueresca.
Tan genial como la ilustración que, más tarde, iluminaría la carta de su Gastroteca.
Carta de la Gastroteca, ilustrada por Arturo |
No es posible concebir a Arturo sin el complemento, perfecto e indispensable, de Stéphane.
Stéphane Guérin, Duquesa de Gastronia, es para Arturo como lo fue Gala para Dalí. Su musa y su incombustible fuente de energía, su motor eterno.
Ella es, asimismo, una gran artista, innovadora de una cocina que se había quedado anclada en paellas y cocidos anticuados (luego llegaría el Cocido de Oro de 216 garbanzos). Stéphane es una cocinera sublime, creadora, entre otros muchos y célebres platos, de la raya a la mantequilla negra o el sorbete de aceitunas negras.
La Gastroteca de Stéphane y Arturo |
Ellos (Arturo y Stéphane) son los verdaderos impulsores de la gran renovación culinaria de un barrio de Madrid en el que después han florecido tanto el comercio como la restauración, gracias a la antorcha que ellos encendieron en los tiempos en los que toda la zona parecía sumida en un ambiente depresivo del que nadie auguraba su posterior explosión creativa.
Cuando fundaron su Gastroteca en el número 8 de la plaza de Chueca, plantaron el gran árbol de una 'nueva cocina auténtica' que demostró que el clasicismo no estaba reñido con la innovación. La Gastroteca de Stéphane y Arturo fue la piedra angular del renacimiento culinario madrileño. Algún día recibirá el gran homenaje que se merece.
Su gloria inmortal fue recompensada con el muy merecido título de Duques de Gastronia, otorgado Dei Gratia.
Yo me niego a aceptar muchos de los apelativos que se le dan a Arturo Pardos Batiste por gentes vulgares, incapaces de ver más allá de sus narices. No me cabe la menor duda de que a Galileo, a Sócrates o al propio Leonardo también los definieron así muchos contemporáneos miopes e ignorantes. Aunque quienes dicen que Arturo es raro, aciertan, porque lo normal en estos tiempos que corren (y en casi todos, si a eso vamos) es ser anodino, simple y aborregado. Y, desde luego, el Duque de Gastronia no adolece de ninguno de esos defectos.
Arturo es grande, radical en su pensamiento cultivado, como Picasso o Dalí pueden permitirse ser transgresores, tras haber acreditado su academicismo. Arturo no es un adelantado de su tiempo, es eterno, universal, sin principio ni fin...
Fachada de Fuencarral 41 |
La calle de Fuencarral tiene en él a uno de sus grandes referentes y los relucientes azulejos de la fachada del número 41 están pidiendo a gritos una placa que recuerde que aquí vivió y tuvo su estudio Arturo Pardos Batiste, Duque de Gastronia.
Es la única persona, que yo conozca, capaz de aplicar el cálculo tensorial a la elaboración del cocido (yo he visto sus complicados cálculos). Por no hablar de su teoría de la mesa camilla.
ResponderEliminarUn artista incomprendido.
Imprescindible su libro "cómo quiero que me sirvan el vino".
Arturo, solo saber si recibiste mi súplica de información. Se refiere al escultor que trabajó con el arq. Paacios en Nª Sra de las Comunicaciones, antes Correos. Alumno de Bellver. 1 galardón a los 15 años. Fallecimiento difuso y sospechosamente acallado. Trabajó con Velázquez Bosco y puso a punto el Puente de la Reina en Donostia (Done-Bastia).
ResponderEliminarDe una palidez extrema comparado con el retrato de Paco, se puede consultar mi abrazo a Arturo en el libro "El coleccionista de saludos" que me ayudó a presentar en sociedad el mismo el 18 de Mayo de 2016
ResponderEliminarAlumno de la academia durante el curso 1978-79, siendo alumno de COU, hice un verdadero y provechoso "preparatorio" de primero cuando ya no existía como tal semejante curso. Siempre agradeceré aquel consejo de un arquitecto ya titulado y aquella gratificante experiencia. Al año siguiente, ya en la ETSAM. aprobé Análisis a la primera. Seguramente por mi casa ande todavía guardada la carta de "la Gastroteca" y la invitación de inauguración.
ResponderEliminarAlumno de la academia durante el curso 1978-79, siendo alumno de COU, hice un verdadero y provechoso "preparatorio" de primero cuando ya no existía como tal semejante curso. Siempre agradeceré aquel consejo de un arquitecto ya titulado y aquella gratificante experiencia. Al año siguiente, ya en la ETSAM. aprobé Análisis a la primera. Seguramente por mi casa ande todavía guardada la carta de "la Gastroteca" y la invitación de inauguración.
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