Junto con los de la Telefónica y el Hospicio de San Fernando, el del Tribunal de Cuentas del Reino es uno de los tres grandes edificios de la calle de Fuencarral.
Edificio del Tribunal de Cuentas del Reino (Fuencarral, 81) |
Está situado frente al viejo Hospicio (hoy Museo de Historia de Madrid) y da nombre a la estación de Metro cuya entrada original, que da acceso directo a la línea 1 (todavía en servicio, aunque hay otra, más reciente, en la esquina de Barceló, por la que se baja a las líneas 1 y 10), se encuentra junto a su puerta principal.
Dando nombre a una estación de la línea 1 del Metro de Madrid |
El solar que hoy ocupa este gran edificio es el señalado con el número 350 en la Planimetría General de Madrid y, según cuentan las crónicas, formó parte, en su día, de la que fuera famosa quinta del conde de Vocinguerra de Arcos, en la que dicen se conspiraba contra Felipe II y a favor de su hijo, el misterioso y malogrado príncipe Carlos.
En cualquier caso, eso fue cuando esta zona estaba muy alejada del centro y, desde luego, antes de los registros de las diversas y sucesivas propiedades que constan de la manzana 350. Una lista interesante de nombres y oficios, entre los que llama la atención que el Monasterio de El Escorial fuera, por algún tiempo uno de los nombres más repetidos, ya que llegó a ser el propietario de casi todas las viviendas de este bloque.
Detalle del documento manuscrito de Luis María Prado (1869) |
En el plano que aquí se publica, vemos que hay dos casas en la manzana (con varios 'sitios' cada una -ocho y dos, respectivamente-, como muy bien explica Luis María Prado en su trabajo autógrafo de 1869, en el que detalla las sucesivas transacciones de todas ellas al lo largo de los años, nada menos que desde 1611) y ambas fueron adquiridas, sucesivamente (1770-71) por el conde de Aranda, Pedro Pablo Abarca de Bolea, secretario de estado de Carlos III, hombre ilustrado y de gran importancia en su reinado.
Manzana 350 (Planimetría General de Madrid) |
El conde de Aranda hizo construir allí una casa-palacio, de la que solo hemos conseguido un alzado de la ampliación realizada en la fachada posterior (Corredera Alta de San Pablo), firmada por Ramón Durán, en 1788 y con el visto bueno de Juan de Villanueva (otra fuente da la fecha de 1779, sin duda equivocada, ya que en el documento reproducido y guardado en el Archivo de la Villa de Madrid, firmado por el mayordomo del conde, aparece manuscrita la fecha '27 de marzo de 1788').
Ampliación de la fachada posterior de la casa del conde de Aranda (Ramón Durán) |
Hay que suponer que su diseño seguía el estilo del resto del edificio. En el excelente y bien documentado trabajo de Mª Teresa Fernández Talaya (al que hemos tenido acceso gracias a la muy amable y eficaz colaboración de la bibliotecaria del Tribunal de Cuentas, Dª. Isabel Urzáiz), encontramos la descripción detallada de la casa, según consta en su escritura:
Basándonos en la documentación existente, hemos realizado un dibujo de la fachada del palacio que miraba a la calle de Fuencarral. Creemos que es una buena representación de su aspecto, teniendo en cuenta los muy limitados datos de los que se dispone. Este alzado de la fachada oriental del palacio del conde de Aranda es, hoy por hoy, la mejor aproximación que se puede tener de cómo se vería el edificio desde el Hospicio de San Fernando:
Ya en 1815, unos cuantos años después de la muerte del conde, sus herederos venden la finca al rey Fernando VII, quien la convierte en cuartel de la Guardia Walona.
En la impresionante maqueta de Madrid de León Gil de Palacio (1830) podemos ver muy bien el aspecto del inmueble (suponemos que cuando ya había sido convertido en cuartel, aunque se puede observar, con claridad, la similitud de las fachadas con la dibujada por el arquitecto Ramón Durán en 1788).
La manzana 350 en 1930, según la maqueta de León Gil de Palacio |
El edificio sufre un incendio en 1835 y nueve años más tarde, en 1844, se rehabilita y destina a sede de un batallón de Ingenieros, arma que apenas lo ocupa, ya que ese mismo año se trasladan a otro local y el cuartel queda para la Guardia de la Reina.
El progresivo deterioro del edificio hace que sea abandonado y permanezca en estado ruinoso durante varios años. En 1857, un documento interno del Ayuntamiento de Madrid dice que "... el cuartel llamado del Hospicio se halla ruinoso y en su interior no existe nada, únicamente quedan en pie las tapias y con peligro de derrumbarse con las lluvias, por lo cual piden permiso para derribarlo". Y, otro, añade que "... este lugar se halla situado cerca de una de las puertas más importantes que dan entrada a la capital, y está sirviendo de albergue a malhechores por razón de los sótanos descubiertos que en él existen, todo lo cual exige se fije en él la atención de la Corporación Municipal por el bien del ornato público y la seguridad ciudadana".
Así, tras algún intento fallido de permuta de solares, es incautado por el Ministerio de Hacienda y sobre él se comienza a edificar en 1860 la nueva sede del Tribunal de Cuentas del Reino.
Un bonito grabado de la época, en el que vemos el edificio recién terminado |
Francisco Jareño y Alarcón es el arquitecto designado para construirlo. Jareño, autor, entre otras obras, de la Biblioteca Nacional y la desaparecida Casa de la Moneda, proyecta y realiza un imponente edificio neoclásico, de gran sobriedad, estrictamente ajustado a las alineaciones de las cuatro calles colindantes (Fuencarral, Palma, Corredera Alta de San Pablo y San Vicente Ferrer), cuya forma trapezoidal se absorbe mediante un patio central de planta similar a la del solar.
El aspecto inicial aligeraba su gran solidez con una elegante cornisa que remataba las fachadas de ladrillo y sillería de granito. Por desgracia, en algún momento del pasado siglo XX, se tomó la lamentable decisión de añadir un piso superior que afea, de forma notable, la silueta de un edificio tan importante cuyo privilegiado emplazamiento frente al Hospicio de Ribera compone un conjunto singular, de gran valor arquitectónico y especial significado histórico no solo para la calle de Fuencarral, sino para la la propia capital de España.
El edificio en su estado actual (izquierda) y tal como fue diseñado y construido por Jareño (derecha) |
Bajo la cornisa, existen unos pequeños 'ojos de buey' que, en el edificio original, servían de luminarias a las buhardillas.
Desde estas ventanas circulares se observa una curiosa vista de Madrid, tal como podemos ver en la fotografía realizada desde una de las salas de la biblioteca del Tribunal de Cuentas.
Desde estas ventanas circulares se observa una curiosa vista de Madrid, tal como podemos ver en la fotografía realizada desde una de las salas de la biblioteca del Tribunal de Cuentas.
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