El blog de una casa muy especial... en el corazón de la calle más famosa de Madrid

jueves, 4 de septiembre de 2014

Telefónica, el rascacielos de Fuencarral

Ser un rascacielos en la Gran Vía madrileña tiene mérito relativo, pero serlo en la calle de Fuencarral y, precisamente, en su tramo más estrecho, ya es otra cosa.

La Gran Vía, en 1930
Quienes hemos nacido y vivido aquí estamos ya unidos, sin remedio, a este edificio, verdadero hito de la arquitectura de la capital, que se eleva, sereno y grandioso, en pleno centro neurálgico de la vida urbana del último siglo, dominando la perspectiva del tramo más noble de la ya centenaria avenida madrileña, cuya vocación de bulevar fue pronto abortada por el creciente tráfico que, desde su inauguración, la ha caracterizado.

Para los madrileños, el edificio se llama "la Telefónica", con independencia de cualquier otra consideración sobre su denominación formal. 
Fue construido por Ignacio de Cárdenas Pastor, entre 1925 y 1929, para albergar la sede de la Compañía Telefónica Nacional de España, unificando sus dispersas oficinas y como nueva central automática de telefonía que tuviera suficiente capacidad para la creciente demanda de líneas automáticas que se venía produciendo en los años precedentes.


El primer tramo de la Gran Vía desde las alturas
Su imponente altura de cerca de noventa metros hizo precisa una autorización municipal especial, ya que la ordenanza no permitía edificios que sobrepasasen los treinta y cinco, pero se buscaba un edificio de características únicas y singulares, acordes con la imagen de las tecnologías nuevas y de unas instalaciones modernas que iban a contar con cuarenta mil líneas en la potente central que se iba a instalar en sus primeras plantas.




Tal vez muchos no sepan que hasta 1924 eran varias las compañías telefónicas que operaban en España y que fueron unificadas en ese año bajo la nueva compañía que ostentaría el monopolio de las comunicaciones telefónicas en nuestro país. El acuerdo firmado con la norteamericana IT&T convirtió, de hecho, a esta multinacional como la gestora de la telefonía española, a través de la filial creada con la participación del estado (CTNE).

El solar, entre Valverde y Fuencarral
Paralelamente a la construcción del nuevo edificio, se realizaron por todo Madrid ingentes trabajos de soterramiento de líneas que sustituirían una buena parte de las aéreas, cuyas incómodas y poco estéticas torres metálicas estaban proliferando por toda la ciudad.

Tras ser consideradas varias alternativas, se decide que la nueva y flamante sede de la compañía debe estar situada en la Gran Vía, ya que esta  gran avenida es la imagen del Madrid del futuro, con el que debe identificarse.

Las obras, en 1928
Por fin, se adquiere el solar en el que, junto a la Red de San Luis y entre las calles de Fuencarral y Valverde, iban a levantarse los "Grandes Almacenes Victoria". Una decisión afortunada por la que todos los madrileños tenemos que felicitarnos. Ni la calle de Fuencarral ni la propia Gran Vía serían lo mismo sin la Telefónica.


Al parecer fue el Duque de Alba, presidente entonces de Standard Eléctrica (también filial de IT&T) uno de los principales impulsores del proyecto. Se encargó, en un principio, a Juan Moya y a Cárdenas el proyecto, pero Moya (cuyo deseo era realizar un "rascacielos barroco") dimite y queda solo Cárdenas al frente.

El resultado que todos conocemos hoy es este singular coloso, el primer rascacielos de España y el que siguió siendo el más alto de Madrid hasta la construcción del Edificio España en 1953, así como uno de los primeros de Europa. Una montaña de hormigón, acero y piedra, en el más puro estilo de la arquitectura americana, que ya va camino de cumplir un siglo de vida, pues comenzó a funcionar en 1930 y no ha dejado de hacerlo ni durante los años de la guerra, pese a ser uno de los principales objetivos de la aviación y la artillería de las tropas nacionales.
También se comenta que tiene su propio fantasma, Goyito, a quien muchos aseguran haber visto (unos en la planta 9 y otros en la 13) y del que existen numerosas referencias entre los empleados, a lo largo de los años. En cualquier caso, parece indiscutible que algún que otro fantasma se paseó, con soltura y desparpajo, por la planta de presidencia...

Desde la Red de San Luis (1930)
Por su esquina con Fuencarral pasaron tranvías, vehículos de tracción animal, automóviles, autobuses... y, desde hace unos años, ya solo peatones (en teoría), pero, eso sí, muchos. 
Frente a ella estuvo situado el conocido templete del Metro, creado por Antonio Palacios. Para mí, la imagen de la Telefónica desde la Red de San Luis es indisociable de la marquesina de hierro y cristal que protegía la entrada a la estación de Gran Vía, que por muchos años se llamó José Antonio, como la propia avenida. 
He aquí una magnífica fotografía del archivo Loty que lo ilustra a la perfección.


Con la construcción de la Telefónica desapareció el primer tramo de la calle del Desengaño, en una de cuyas casas (la primera, junto a Fuencarral) vivió Francisco de Goya. En ella falleció su esposa y nació el único hijo que le sobrevivió. Muy probablemente, desde allí vio bajar a las tropas francesas hacia la Puerta del Sol para sofocar la revuelta popular del dos de mayo de 1808. Hoy la parte trasera de la Telefónica ocupa el lugar donde estuvo esa casa.

La Imperial (Valverde 1), tras las obras del edificio
Es muy difícil imaginarse en nuestros días ese tramo de la calle Fuencarral, sin la presencia del gigante que se alza en la Gran Vía junto a su vecino, la casa Murga (desde hace mucho tiempo desprovista de sus dos airosas torres laterales) y aunque la configuración actual del edificio no es exactamente igual que la original, pues ha sufrido transformaciones muy diversas, conserva todos los elementos fundamentales  casi intactos, ya que las principales modificaciones han afectado a la parte posterior y a elementos interiores.



Ya antes de dar por finalizadas las obras, empezó a funcionar, acogiendo a unos mil ochocientos empleados, la mayoría de los cuales accedían (y lo siguen haciendo) por la entrada lateral de la calle de Valverde. Por cierto que el edificio de la otra acera de esa calle, ocupando toda la esquina de la Gran Vía y llegando casi hasta Desengaño, estuvo una de las mayores y más famosas zapaterías de Madrid, "La Imperial".
En Fuencarral ocupa los números 1 y 3 de la calle, correspondiendo este último a la Fundación Telefónica, mientras que la entrada del número 1 da acceso a un pequeño y bonito vestíbulo, decorado con mármol verde, que da paso a los ascensores.
Pared con pared, ocupando el primer local comercial del número 5 en el que hoy vemos una tienda de Adolfo Domínguez, estuvo la zapatería "La Bruja" de Francisco Colás Tejedor, sucursal de la que tantos años tuvimos junto al portal de Fuencarral 39. Ambas lucían un magnífico mosaico en sus respectivas entradas, con sendas brujas volando sobre sus escobas. Por más que he buscado, no he conseguido dar con sus restos, aunque no desespero de lograrlo algún día...


La Telefónica y Fuencarral (1930)
Y ahí sigue mi rascacielos favorito, reinando sobre la Gran Vía madrileña desde antes que existieran los neoyorquinos Empire State o Chrysler Building e invitando a todo el mundo a admirarle, a pararse frente a él y levantar la cabeza hacia el cielo, mientras mantiene, tan majestuoso como elegante, el privilegiado puesto de guardia que le ha asignado un destino generoso: el de centinela perenne del comienzo de la renovada calle de Fuencarral, el enclave comercial más atractivo de Europa.

2 comentarios:

  1. Que recuerdos, hacia la mili ( 1974) y desde aquí llamaba a mi novia, actual pareja o Sra, depende del punto de vista. Hacia la mili en el "Grand Madrid," un independentista en una época muy poco transparente, y un publicitario aún en potencia, en el tiempo libre trabajaba en la delegación de Carvis Madrid en el Hotel Eurobulding, sí era una delegación porque en aquel entonces la Creatividad estaba en Barcelona, corrían otros tiempos, donde las agencias (nacionales) de Barcelona marcaban el camino. Pero no quiero despistarme del tema, me enamore de Madrid y sigo enamorado. Grande Madrid y buena gente. A pesar de los políticos.

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  2. Gracias Paco por recordarnos las vicisitudes de tu rascacielos preferido. Gran descripción

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