Fue en el lejano y convulso Madrid de 1864 cuando cuatro jóvenes románticos deciden fundar en plena calle de Fuencarral una Sociedad Bohemia, más propia de la cultura parisina del momento que de un país en el que el romanticismo tardío se abría paso con dificultad en los ambientes artísticos y universitarios de la capital de aquella complicada España isabelina.
Poco sabemos hoy de la historia de tan sorprendente empresa, que había adoptado, tras varios intentos previos infructuosos, el nombre de la que fuera, en su día, célebre sociedad secreta española, creada doscientos años antes, en la gran isla del sureste chino: El Pájaro de Formosa.
Urocissa Caerulea, ave nacional de Formosa |
El Pájaro de Formosa mantuvo el espíritu de aquella vieja organización, cuyo destino final es todavía un misterio en nuestros días. Muchos de los principios y valores que ayudaron a sobrevivir a aquel puñado de soñadores en una tierra tan hostil y lejana fueron la base de la romántica Sociedad Bohemia que los cuatro jóvenes, conocidos en su tiempo como los Miembros de Honor, siguieron con entusiasmo, en su afán de defender una cultura diferente a la de la sociedad burguesa y sedentaria de la época.
La libertad, el amor y la amistad fueron los pilares sobre los que se edificó una utopía tan bella como imposible. Cuenta la leyenda que la antigua sociedad asiática, cuyo bien conocido símbolo era la imagen de la que hoy es el ave nacional de la República de China, todavía existe y en los círculos culturales del Madrid del siglo XIX se rumoreaba que alguno de los fundadores de El Pájaro de Formosa era descendiente directo del creador de su predecesora homónima.
Los cuatro Miembros de Honor fueron, también, compañeros de trabajo en la que fuera la empresa periodística más vanguardista de su época: Materia Gris, creada por ellos en colaboración con el célebre y revolucionario periódico americano Grey Matter, que, curiosamente, acabó vendiéndose a un grupo financiero británico, extremadamente conservador.
El viejo sello de la Sociedad Bohemia |
De aquella fabulosa etapa quedaron para la posteridad artículos tan impactantes como "Operación Bulla", "El canasto de las chufas" o "Five O'Clock Tea", cuyo estilo punzante e irónico tanto recordaba a los escritos de aquel otro joven y brillante periodista al que siempre admiraron los creadores de la gran sociedad bohemia madrileña: Mariano José de Larra.
El Pájaro de Formosa tuvo muchos enemigos, casi todos rufianes o gente acomodada, cobarde y aburguesada que desconfiaba del discurso bohemio e ilustrado de los Miembros de Honor, tan crítico con las instituciones y los principios de la sociedad establecida. Pero también tuvieron muchos seguidores, simpatizantes y amigos, que veían en ellos un soplo de esperanza entre tanto integrismo trasnochado, cuando no abiertamente involucionista.
Por lo que cuentan las crónicas matritenses y algunos libros, entre los que destaca "La leyenda de El Pájaro de Formosa", editado por El Progreso Editorial de Ramón López Falcón, la sociedad estuvo activa, al menos, hasta los primeros años del siglo XX, cuando en un trágico seis de septiembre fue víctima de una traición de la que, dicen, ya nunca llegó a reponerse. Sus inmensos y valiosísimos archivos se encuentran, desde entonces, en paradero desconocido, a pesar de las frenéticas búsquedas de historiadores y románticos entusiastas de tan singular y extraordinario movimiento.
Se cuenta que, en lo más alto de un pelado monte aragonés próximo al Jalón, hay una lápida que reza: "A la amistad". Y que, en un valle cántabro que muchos creen vasco, otra, medio oculta por la maleza y al cobijo de un viejo caserón en ruinas, dice: "A la libertad".
Todos los estudiosos de "El Pájaro de Formosa" defienden que existe una tercera, cuya ubicación nadie se atreve a aventurar, sobre cuya piedra está grabada la silueta de un ave con las alas extendidas...
¿Será, tal vez, un pájaro de Formosa? Algunos dicen que no.
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