No hay un apellido, un nombre, una marca que signifique tanto para Madrid en el mundo del piano como Hazen. Y, como era de esperar, está íntimamente unido a la calle de Fuencarral.
Almacén de pianos Hazen en Fuencarral 55 |
Piano de mesa de Juan Hosseschrueders (1822) |
Según parece, había, por aquel entonces, veinte constructores de pianos en Madrid, una buena parte de ellos extranjeros. El gremio de los pianistas (así se les llamaba entonces) estaba, también, en el 12 de la calle de Hortaleza.
Johannes pronto cambió su nombre por el de Juan y su negocio fue desarrollándose con mucho éxito, por lo que, en 1820, trajo a Madrid a sus sobrinos Juan y Pedro Hazen Hosseschrueders, modificando el nombre de su empresa a Hosseschrueders y Sobrinos. En 1828, incorporan la fabricación de arpas a su actividad principal, que siguen siendo los pianos de mesa.
En 1830, el fundador regresa a Holanda y deja la empresa a sus sobrinos, quienes ya continúan bajo la marca Hazen.
Para entonces ya se habían mudado de domicilio. Primero, en 1826, a la calle de la Luna 11 y, más tarde (en 1858), a Valverde, calle en la que Hazen estuvo un tiempo en el número 34 y, luego, en el 19.
Anotación del alquiler de un piano a Falla (1900) |
Allí, en el antiguo número 55 de la calle de Fuencarral (que, tras la construcción de la Gran Vía se convertiría en el 43), la más prestigiosa casa de pianos de la capital de España permanecería durante noventa años.
Para entonces, Hazen ya había ampliado sus servicios y contaba con almacén de pianos, alquiler, así como restauración y venta.
Grandes pianistas y compositores se contaron entre sus clientes (en 1932 habían traído el primer piano gran cola a España, un Stenway & Son D274 con el que los más destacados artistas del momento dieron sus conciertos). Manuel de Falla y Arthur Rubinstein (como mi abuela, Amparo Pastor, en un ámbito más modesto) desplegaron su arte sobre los teclados de los pianos de Hazen.
Grandes pianistas y compositores se contaron entre sus clientes (en 1932 habían traído el primer piano gran cola a España, un Stenway & Son D274 con el que los más destacados artistas del momento dieron sus conciertos). Manuel de Falla y Arthur Rubinstein (como mi abuela, Amparo Pastor, en un ámbito más modesto) desplegaron su arte sobre los teclados de los pianos de Hazen.
Fotografía dedicada de Rubinstein a Félix Hazen |
Donde tantos años estuvo la más importante casa de pianos de Madrid hoy se encuentra la mal llamada 'plaza del olivo' (que escribo con minúsculas porque no es tal plaza, aunque sí hay un olivo), frente a la capilla de Nuestra Señora de la Soledad y al comienzo de la calle de Augusto Figueroa, antes de Santa María del Arco.
Sin duda, tanto el amplio portal, apto para el paso de carruajes, como el ancho y profundo patio central (con un frondoso árbol en el centro) de aquel viejo caserón eran ideales para una empresa como Hazen, que necesitaba de generosos espacios para mover con facilidad sus grandes y preciosos instrumentos musicales.
Hazen trasladó su sede a Las Rozas en 1975, donde ya bajo el nombre de Hazen Distribuidora General de Pianos, S.A. y en la sexta generación de la familia, sigue estando a la cabeza de una industria y comercio en los que son pioneros en España. Más de doscientos años de excelencia les avalan.
Placa con la dirección de Fuencarral 55 |
En 1991, fue creada la Fundación Hazen Hosseschrueders, con el objetivo principal de conservar, proteger, mejorar y difundir la Colección Hazen del Piano y la contribución de la familia a la historia musical española. La fundación colabora y organiza numerosas actividades relacionadas con el mundo del piano y los pianistas.
Una elegante postal publicitaria |
La familia Hazen-Hosseschrueders ocupará siempre un lugar de honor en la privilegiada historia de la calle más famosa de Europa.
Para mí, la casa Hazen será siempre sinónimo de la más alta calidad y prestigio en el mundo de la música y protagonista eterna del inagotable universo del más completo y bello de los instrumentos: el piano.
Fotografías: Fundación Hazen Hosseschrueders
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