El blog de una casa muy especial... en el corazón de la calle más famosa de Madrid

sábado, 7 de febrero de 2015

Hazen, los pianos de Madrid

No hay un apellido, un nombre, una marca que signifique tanto para Madrid en el mundo del piano como Hazen. Y, como era de esperar, está íntimamente unido a la calle de Fuencarral.

Almacén de pianos Hazen en Fuencarral 55
  Johannes Hosseschrueders, natural de Woensdrecht, en los Países Bajos, llegó a Madrid en el año de 1802 y estuvo doce años trabajando en la acreditada fábrica de pianos de Francisco Fernández, un muy renombrado artesano, nacido en Asturias, establecido por aquel entonces en el número 20 de la Corredera de San Pablo (o en la calle de San Fernando, pues se mudó de domicilio en ese mismo año), que gozó de una merecida fama durante mucho tiempo y fue, además, constructor de pianos de la Real Cámara. Fernández fue uno de los más importantes fabricantes de pianos de la época.

Piano de mesa de Juan Hosseschrueders (1822)
Johannes se estableció por su cuenta en 1814, fundando su propia fábrica de pianos en el número 12 de la calle de Hortaleza, si bien existe un piano firmado por Hosseschrueders que data del año 1807, y que fue descubierto casualmente por la familia durante un traslado, en 1970. Sin duda fue fabricado por él mientras trabajaba en la casa de Francisco Fernández.

Según parece, había, por aquel entonces, veinte constructores de pianos en Madrid, una buena parte de ellos extranjeros. El gremio de los pianistas (así se les llamaba entonces) estaba, también, en el 12 de la calle de Hortaleza.
Johannes pronto cambió su nombre por el de Juan y su negocio fue desarrollándose con mucho éxito, por lo que, en 1820, trajo a Madrid a sus sobrinos Juan y Pedro Hazen Hosseschrueders, modificando el nombre de su empresa a Hosseschrueders y Sobrinos. En 1828, incorporan la fabricación de arpas a su actividad principal, que siguen siendo los pianos de mesa.

En 1830, el fundador regresa a Holanda y deja la empresa a sus sobrinos, quienes ya continúan bajo la marca Hazen.
Para entonces ya se habían mudado de domicilio. Primero, en 1826, a la calle de la Luna 11 y, más tarde (en 1858), a Valverde, calle en la que Hazen estuvo un tiempo en el número 34 y, luego, en el 19.

Anotación del alquiler de un piano a Falla (1900)
Como hemos visto, nunca dejaron de estar establecidos en los alrededores de la calle de Fuencarral, a la que, finalmente, Juan Hazen Álamo (nieto de Juan Hazen y reputado restaurador y artesano) traslada su empresa en 1880.

Allí, en el antiguo número 55 de la calle de Fuencarral (que, tras la construcción de la Gran Vía se convertiría en el 43), la más prestigiosa casa de pianos de la capital de España permanecería durante noventa años.

Para entonces, Hazen ya había ampliado sus servicios y contaba con almacén de pianos, alquiler, así como restauración y venta. 
Grandes pianistas y compositores se contaron entre sus clientes (en 1932 habían traído el primer piano gran cola a España, un Stenway & Son D274 con el que los más destacados artistas del momento dieron sus conciertos). Manuel de Falla y Arthur Rubinstein (como mi abuela, Amparo Pastor, en un ámbito más modesto) desplegaron su arte sobre los teclados de los pianos de Hazen.

Fotografía dedicada de Rubinstein a Félix Hazen
El enorme inmueble en el que Hazen tenía su sede (el gran edificio de Fuencarral 43, también albergaba las instalaciones de un famoso Gimnasio, del Hostal Fuencarral y de los laboratorios Industrias Sanitarias, S.A.) fue demolido por orden municipal en 1970 (al parecer había riesgo de hundimiento) y Hazen se trasladó a Juan Bravo 33, tras noventa gloriosos años en la calle de Fuencarral.
Donde tantos años estuvo la más importante casa de pianos de Madrid hoy se encuentra la mal llamada 'plaza del olivo' (que escribo con minúsculas porque no es tal plaza, aunque sí hay un olivo), frente a la capilla de Nuestra Señora de la Soledad y al comienzo de la calle de Augusto Figueroa, antes de Santa María del Arco.
Sin duda, tanto el amplio portal, apto para el paso de carruajes, como el ancho y profundo patio central (con un frondoso árbol en el centro) de aquel viejo caserón eran ideales para una empresa como Hazen, que necesitaba de generosos espacios para mover con facilidad sus grandes y preciosos instrumentos musicales.

Hazen trasladó su sede a Las Rozas en 1975, donde ya bajo el nombre de Hazen Distribuidora General de Pianos, S.A. y en la sexta generación de la familia, sigue estando a la cabeza de una industria y comercio en los que son pioneros en España. Más de doscientos años de excelencia les avalan.
Placa con la dirección de Fuencarral 55
Su Museo Hazen del Piano, también en Las Rozas, presenta una excepcional colección de pianos que incluye piezas desde 1790 hasta nuestros días y es un recorrido inigualable por una historia que es la de la música española, la del piano, la de Madrid y, desde luego, la de nuestra gran calle de Fuencarral.
En 1991, fue creada la Fundación Hazen Hosseschrueders, con el objetivo principal de conservar, proteger, mejorar y difundir la Colección Hazen del Piano y la contribución de la familia a la historia musical española. La fundación colabora y organiza numerosas actividades relacionadas con el mundo del piano y los pianistas.


Una elegante postal publicitaria
Hazen es una empresa bicentenaria que siempre se ha mantenido en manos de una misma familia, guiada en todo momento por su compromiso con la calidad y la perfección de su trabajo. La marca Hazen ha sido un orgullo para quienes durante tantos años hemos disfrutado de su vecindad, y su larga presencia en Fuencarral ha contribuido a incrementar la leyenda de una calle cuya gran tradición comercial mantiene su ambicioso espíritu a través de los siglos. 
La familia Hazen-Hosseschrueders ocupará siempre un lugar de honor en la privilegiada historia de la calle más famosa de Europa.

Para mí, la casa Hazen será siempre sinónimo de la más alta calidad y prestigio en el mundo de la música y protagonista eterna del inagotable universo del más completo y bello de los instrumentos: el piano. 










Fotografías: Fundación Hazen Hosseschrueders

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